“Espacio vital” en ascensores

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Todos tenemos un espacio restringido a nuestro alrededor, una burbuja en la que nosotros estamos en el centro, nos sentimos seguros y no nos gusta que los demás entren sin permiso. A eso se le llama “espacio vital” y según en qué situación nos encontremos es más grande o más pequeño.

En los ascensores, al ser un espacio pequeño, se reduce nuestra burbuja y a veces nos sentimos “invadidos” por el resto de pasajeros, lo que causa situaciones incomodas y silencios eternos. Entramos, presionamos el botón y nos quedamos perfectamente quietos hasta llegar a nuestro destino. Si estamos solos en la cabina, no hay problema pero ¿Y si entra alguien más?

Cuando debemos compartir el viaje con otros pasajeros que no conocemos, es cuando surgen las típicas situaciones de ascensor en qué nadie dice nada, a veces ni saludamos, o nos limitamos a mirar el móvil, al suelo o al techo para evitar cruzar miradas. En el ascensor, las normas básicas de comportamiento se alteran y se vuelve un entorno curioso y raro.

La atmosfera que se crea en el ascensor es curiosa, lo mismo pasa con el comportamiento de los que viajan. Aunque en el suelo de la cabina no haya parcelas dibujadas dónde situarse, sí que existen unas posiciones que, según el número de pasajeros, se distribuye de una forma u otra. Es parecido a los dados.

1 pasajero: Se coloca al centro del ascensor, justo delante de la puerta. En éste caso la situación es normal, ¡a no ser que tenga claustrofobia!

2 pasajeros: Éste segundo se suele poner lejos del primero, a la otra esquina. Lo hace para no irrumpir en la zona vital del otro, pero sobretodo para que no entren en la suya.

3 pasajeros: La forma habitual si hay tres pasajeros es la triangular, de forma que todos se puedan ver.

4 pasajeros: Cuándo el cuarto pasajero entra, lo primero que hace es buscar una zona libre, por lo que directamente se dirigirá a la última esquina disponible, allí se sentirá más o menos “seguro”.

5 pasajeros: ¡No hay peor situación que ésa! ¿Dónde se pone? Las esquinas están ocupadas, sólo queda libre el centro del ascensor. Allí uno se siente observado, y puesto que tienes a dos en la espalda te sientes inseguro. Ésta es la zona más incómoda de la cabina.

6 pasajeros: Se reestructura de nuevo de forma que todos se ven otra vez, pero esto hace que tengas que reducir el “espacio vital” y ponerte al lado de otro, codo con codo.

En definitiva, la atmósfera que se crea dentro de un ascensor hace que sea uno de los lugares más curiosos, y aunque sólo sea por unos pocos segundos, que parecen ser eternos, esperamos con ansiedad que se abran las puertas para “salir corriendo”. Una vez fuera, recuperas la normalidad e incluso tienes una conversación con el pasajero de tu lado, pero, ¡dentro es imposible!

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